“Segundo Informe: Del Debate Legislativo al Termómetro Lagunero”

“Segundo Informe: Del Debate Legislativo al Termómetro Lagunero”

El segundo informe de gobierno llegó como esos números circenses de precisión: luces, pista limpia y una multitud esperando que el acto salga impecable. El gobernador Manolo Jiménez se presentó ante el Congreso con la convicción de quien sabe que tiene la carpa llena y el público atento. No improvisó; llegó con datos, resultados y una narrativa donde la estabilidad continúa siendo el número principal.

En la arena legislativa, el mensaje fue directo: seguridad firme, crecimiento económico sostenido y una administración que se mueve con ritmo propio pese al vendaval político nacional. Manolo no fue al Congreso a pedir aplausos; fue a dejar claro que la función sigue de pie porque el Estado ha sabido sostener, con disciplina, los cables que en otros lados se están rompiendo.

Después vendrá la segunda pista: Torreón. El gobernador llevará el acto hasta la Laguna no por insistencia, sino por estrategia. La región lagunera —exigente, directa y poco impresionable— recibirá el informe con lupa propia. Manolo lo sabe, y por eso viajará a presentar allá el mensaje central de su administración: que Coahuila no es un espectáculo de una sola ciudad, sino un proyecto que buscará equilibrio real entre capital y la comarca.

En Torreón reforzará los temas que definen a la región: inversión, seguridad metropolitana, coordinación política y una agenda que pondrá a la Laguna como eje del desarrollo estatal. El mensaje será firme: si la Laguna avanza, Coahuila avanza.

El mensaje debe de ser claro como látigo: la Laguna no es extensión del informe, es protagonista del segundo acto. Ahí están los parques industriales, ahí está el nearshoring que toca su puerta, ahí está la oportunidad de amarrar una década de crecimiento si se mantiene la cuerda firme entre municipios, empresarios y Estado.

Mientras otros gobiernos improvisan malabares y pierden el equilibrio, en Coahuila el acto va calculado. El segundo informe lo confirmó: el gobernador mantiene el control de la pista, reparte focos entre regiones y, sobre todo, entendió que la Laguna no quiere ser público… quiere ser parte del show.

Y ahí está la clave: el circo político puede tener varias pistas, pero solo funciona cuando el domador entiende que todas importan. Manolo lo entendió. Y por eso llevará el informe hasta Torreón: para que nadie olvide que, en este espectáculo, la Laguna es más que un telón de fondo. Es la arena donde se define el futuro.

Porque mientras el país entero mira cómo la violencia escala como trapecista sin red —con homicidios al alza en más de la mitad de los estados y territorios completos disputados por el crimen—, Coahuila sigue marcado por un dato que pesa más que cualquier discurso: aquí los índices delictivos se mantienen entre los más bajos del país, y la percepción de seguridad supera con amplitud la media nacional. No es casualidad, es constancia. En un México donde muchos gobiernos pierden la función antes de empezar, Coahuila mantiene la pista ordenada. Ese, al final, es el truco más difícil en cualquier circo político: que la seguridad no sea un acto de suerte, sino de trabajo. Y, por ahora, el Estado lo está logrando.

“Esperemos a que se acabe el circo, para verle la cara a los payasos”

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